lunes, 21 de octubre de 2013

Prólogo y primera travesura de Max y Moritz. (Wilhelm Busch).


Prólogo

¡Ay, señor, lo que hay que oír
y algunos han de escribir
sobre chiquillos tan malos
que sólo merecen palos!
Como sucede con éstos
que veis aquí tan bien puestos.
Max y Moritz son llamados
y están un rato endiablados.
No escuchan el consejo
ni del sabio nidel viejo.
De educarlos no hubo modo,
pues se burlaban de todo.
En cambio para maldades
tienen grandes facultades:
lo que pasa por su mente
es hacer rabiar a la gente,
y su juego principal
es que sufra el animal.
Robar manzanas y peras
también les gusta de veras,
y ello los divierte más
que ir a misa de San Blas,
oues estar allí formales
es el peor de los males.
¡Ay, Dios, que su fin ya veo
tan triste que apenas creo...!
Y, para escarmiento vivo,
su historia pinto y escribo.

Primera Travesura

Un muy preciado animal
son las aves de corral,
que ponen huevos hermosos
en muchas formas sabrosos,
pues alegra la cocina
y el huevo de la gallina.
Y luego, un tiempo pasado,
dan un excelente asado.
Además con sus pulmones,
se hacen blandos edredones;
su uso no tiene fin:
desde el colchón al cojín.
Aquí está, con su pañuelo, 
la viuda Bolte, áun sin duelo.
Está señora cuidaba
unas gallinas que amaba;
y sus plumas, en la cama, 
abrigan luego a su ama,
pues pasar frío en invierno
le sabe a quemado cuerno.
Aquí están sus tres gallinas,
gordas y con plumas finas
y con ellas está el gallo
disfrutando el sol de mayo.
Max y Moritz, entre sí,
dicen:"¿Qué hay que hacer aquí?"
Y muy pronto se han pensado
un plan bien endemoniado:
 
Los muy sinvergüenzas mozos
cortan pan en cuatro trozos.
Atan cada uno a un hilo
y los cruzan con sigilo,
 poniéndolos con cuidado
donde el patio está empedrado.
Pronto el gallo los divisa
 y a las gallinas avisa:
-¡Mirad lo que tengo aquí,
 ay, qué bien, quiquiriquí!
Y los cuatro con afán
se abalanzan sobre el pan.
Pero no pueden tragarlo,
peor no pueden pasarlo.
Se enredan, se desesperan,
no son felices como eran

Y comienzan a volar,
Dios, ¿dónde irán a parar?
En un árbol enganchados
se quedan todos colgados.
Su cuello se va alargando,
su canto se va apagando.
Más antes de perecer
su huevo dejan caer
En cama, en su habitación,
la viuda escucha el follón
Y se levanta asustada
por la sospecha azuzada
"¡Llorad, mis ojos, llorad!
¡Quién pudo hacer tal maldad?
Mi esperanza, mi ilusión,
destrozadas todas son
El trabajo en mi mano
pende ahora de un manzano"
Y, con una gran navaja
las aves del árbol baja,
para que no estén colgadas,
sus gallinas adoradas.
Muda, y con mirada muerta,
cruza la viuda su puerta.
Y, tras esta travesura,
la segunda se apresura.

Por si queréis seguir leyendo os dejamos el enlace a las otras travesuras.

2º travesura de Max y Moritz
3º travesura de Max y Moritz
4º travesura de Max y Moritz
5º travesura de Max y Moritz
6º travesura de Max y Moritz
travesura de Max y Moritz

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